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Entrevista a Francisco Trujillo Jefe de Neurocirugía de la clínica USP Sagrado Corazón de Sevilla

Nacido en Algodonales (Cádiz), el doctor Trujillo se formó en Francia y Sevilla y hoy es uno de los más acreditados neurocirujanos españoles, pionero en técnicas microquirúrgicas. Sabiduría que combina con don de gentes: «Al paciente lo que le importa es cómo le va a quedar la herida y cómo le tratas».

Galeno inquieto, se plantea todo nuevo reto sin personalismos: «Lo importante es trabajar en equipo».

-Operó a doña Cayetana (genio y figura), y mano santa.
-¡Hay tantas anécdotas sobre esto! Sin ir más lejos, el otro día llamó un señor de un pueblecito de Huelva y nos dijo: «A mi mujer póngale una válvula como la de la duquesa de Alba». Le preguntábamos: «Hombre, pero ¿qué tiene su mujer?», y el insistía: «Tenga lo que tenga, hágale lo mismo». Y como él, otros…
-No es extraño. Da la impresión de que la intervención ha dado alas a la veinte veces Grande de España.
-Algo habrá influido también su entorno. Al margen de esa mitad de «brujería» que le hayamos podido aportar aquí, como ella está contenta en lo personal, la verdad es que está estupendamente…
-Así parece. Le tendrá a usted en un altar.
-La conozco desde hace veinte años y siempre ha sido encantadora conmigo. Quien la ha tratado la aprecia.
-Es usted un gaditano de formación «gabacha».
-Porque mi padre, que era médico (de los pocos a quienes en los cincuenta se les podía definir como un profesional liberal, tanto por sus ideas como por su trabajo) siempre tendió a mandarme fuera. Y surgió la ocasión de enviarme primero a Marruecos, a un Liceo, y luego a Francia, y lo hizo. Empecé Medicina en La Sorbona y terminé aquí.
-¿Vocación, pues, heredada?
-La profesión del padre influye, pero yo quería ser matemático, se me daba muy bien. Sin embargo, cuando él falleció quise conservar aquello y después me alegré muchísimo de haberme hecho médico. Su ejemplo me valió.
-Empezó como otorrino. ¿No le llenaba?
-Fue así. Al ejercer esa especialidad me di cuenta de que me resultaba demasiado monótona y me faltaba algo. Así que, a partir de querer profundizar en el abordaje del neurinoma (un tipo de tumor del oído), di el salto a la neurocirugía, de la mano del doctor Albert. ¡Afortunadamente!
-Impresionan los logros contra la epilepsia, mal otrora maldito que ahora se opera.
-Ahí ha influido el concepto social. La enfermedad se conoció poco durante mucho tiempo porque el enfermo era tenido por un brujo, y la familia intentaba ocultarlo.
-¿Otros hitos punteros?
-En nuestra clínica, el abordaje de tumores cerebrales con resonancia intraoperatoria, y lasintervenciones de párkinson.
-Tenía entendido que el párkinson es operable en muy pocos casos.
-No creas. ¡Lo que hay es pocos párkinson estudiados con miras a poder operarse!
-Y será una cirugía cada vez menos invasiva.
-¡Discrepo mucho del concepto que a menudo tiene la gente de cirugía invasiva! Yo suelo decir que una incisión minúscula es absolutamente invasiva si luego te deja hecho un cristo, y al revés: una grande lo es mínimamente si el paciente queda con los mejores resultados y las menores secuelas.
-¿Qué es clave en tantos avances?
-El equipo. En el estudio de estas enfermedades hacen falta neurofisiólogos, neurólogos, neuropsicólogos… ¡No es cosa de una persona, sólo con un equipo sólido se obtienen los mejores resultados!

-Lo que desemboca en un peregrinaje de enfermos.
-Ahora mismo, los tenemos de toda España.
-¿Qué hallazgo médico le gustaría alcanzar a ver?
-El futuro de la solución de estos problemas llegará por la genética. Yo no lo voy a ver, pero por ahí va la línea fundamental de investigación. ¡Y me encantaría solucionar un tumor cerebral sin abrir al enfermo!

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